La dependencia al teléfono celular y sus consecuencias negativas han traído de regreso los dumbphones –lo contrario de los smartphones–, que le dan la vuelta al exceso de notificaciones y al scrolling.
Todos los días nos movemos atados a nuestros dispositivos móviles, angustiados por cuánto durará la pila y dependientes de las ganas de estar en línea. En esta era, la necesidad de estar conectado, publicando y al tanto de lo que sucede se ha convertido en una adicción. La generación Z lo describe como ennui, es decir, esa mezcla de aburrimiento, ansiedad y apatía que resulta en un gran vacío emocional. A esto se suma un estrés sutil pero permanente ligado a la duda de si las noticias que recibimos masivamente son verdaderas o son fake news.
Si bien existen herramientas para moderar el uso de las aplicaciones en los celulares, son tan fáciles de esquivar, que no funcionan. Por esta razón y sumándose a las tendencias vintage, ha crecido el uso de los dumbphones –o teléfonos tontos, llamados así en oposición al término smartphone–, que solo cubren las necesidades básicas: llamadas de voz, mensajes de texto, despertador y, al conectar los audífonos, radio FM.
Los dumbphones, que reciben este nombre en oposición a los smartphones, son una tendencia que ha ganado fuerza entre quienes buscan cuidar la privacidad de sus hijos y evitar que los adultos mayores caigan en fraudes. Crédito: Cortesía Nokia.
Más seguros y fáciles de usar
A los dumbphones también se les ha conferido el nombre de teléfonos para adultos mayores, porque tienen grandes botones y volumen alto. Una de sus ventajas es que su pila y vida útil son mucho más largas, su resistencia a las caídas es mayor y, al no ser compatibles con aplicaciones como redes sociales y medios de pago, no permiten la fuga de datos personales.
Nokia recientemente relanzó su clásico 3310, que incluye una nueva versión ¡a color! del juego de la viborita; también, Alcatel y Xiaomi tienen algunos modelos básicos. ¿Una ventaja más? Su precio ronda los $1,500 pesos.
Los “teléfonos tontos” son, para mucha gente, una forma real de hacer un detox digital y estar verdaderamente presente en su vida y sus relaciones. Crédito: Shutterstock.
Dejar el smartphone y brincar al otro extremo es más que una desintoxicación, es un cambio de vida que nos permite estar realmente conectados con el entorno, socializar de manera real y tener espacios de silencio para, simplemente, estar presentes.