El mamey y el cacao son dos de los ingredientes insignia de esta chef que suele optar por insumos naturales y preocuparse por la sustentabilidad. “Siempre usamos ingredientes naturales en óptimas condiciones; por ejemplo, un mamey en plena temporada siempre será superdulce, rico en textura y en sabor”, nos comparte Sofía en entrevista. “He cambiado mis hábitos y eso influye en mi cocina. La idea de ser cada vez más sustentable y consciente del uso de determinados productos es algo que me importa mucho. También el impacto que tenemos en la salud de los clientes y del planeta”, remarca.

Sofía se siente cada vez más satisfecha con La Vitrine, proyecto que desarrolló en asociación con el famoso chef Edgar Núñez, de Sud 777. “Al contrario de lo esperado, me motivó haberme quedado sin consultorías y sin trabajo; pero sobre todo, comprender que no era la única”, rememora.

En el inicio, reconoce, fue complicado que los clientes valoraran las técnicas e ingredientes de sus postres: “Era difícil y frustrante que la gente no entendiera la relación entre los productos y los precios, comparándonos con pasteles sin técnica alguna salvo chocolate derretido y embarrado en crepas, pero con el tiempo los clientes indicados llegaron, apreciando lo difícil de nuestras técnicas, dedicación y esfuerzo y agradeciendo que no usáramos chocolates dañinos o productos industriales”, explica.

Sin duda, su trabajo ha rendido frutos, pues el año pasado fue nombrada Mejor Chef Repostera de América Latina 2020 por The World’s 50 Best Restaurants.

“El hecho de que más gente nos busque y nos conozca cambió mi vida profesional. Esto nos apoya mucho en aumentar las ventas y ser más rentables, generar mejores sueldos y más empleos”, y subraya: “No sirve de nada ser alguien importante si no ayudamos a los que lo necesitan”.