Oaxaca
Donde nace el color
El estado más biodiverso de México tiene algo para toda la familia. Mercados, playas, bosques, caminatas, artesanías y sabores harán descubrir a chicos y grandes que en Oaxaca, el color y el arte son un lenguaje común.
En Oaxaca conviven 16 culturas, cada una con su propio idioma y cosmovisión. Esta diversidad está ligada al paisaje: cañadas, sierras, costas, selvas, ríos, valles y bosques conforman su territorio. En las siete diferentes regiones oaxaqueñas, el arte, el color y la cocina son un lenguaje compartido y muy vivo. Y para maravillarse con sus paisajes y expresiones más auténticas, nada mejor que hacerlo en familia.
Arte para chicos y grandes
Una magnífica manera de internarse en la diversidad artística oaxaqueña es a través de sus talleres artesanales en los pueblos de la región de los Valles Centrales. San Martín Tilcajete cuenta con uno de los más interesantes y completos, el de Jacobo y María Ángeles, donde crean alebrijes, barro y joyería, todo con un enfoque social.
Desde la llegada al taller, un anfitrión te llevará a conocer cada una de las etapas de elaboración de alebrijes. Comenzarán por la obtención de los pigmentos naturales, cuyo proceso es siempre sorprendente; después conocerán a los grupos de artesanos que se encargan de la talla y pulido de piezas de madera de gran belleza; el recorrido terminará en su galería Voces de Copal, y al concluir, con la guía de los artesanos los pequeños podrán pintar un alebrije y llevárselo a casa. Te recomendamos reservar tu lugar en el teléfono (+52) 951-524-9027, extensión 2.
El recorrido a través del color sigue en Teotitlán del Valle, un pueblo reconocido en todo el mundo por sus textiles, teñidos con tintes naturales y tejidos en telar de pedal. Uno de los talleres más interesantes para conocer en familia es Huella Carmín, donde Rey David -parte de la tercera generación de artesanos en este lugar- te recibe personalmente y te muestra paso a paso cómo realizan sus bellísimas creaciones, desde cardar el hilo de lana y la obtención de tintes hasta el trabajo en el telar de pedal. Todos los miembros de la familia pueden participar en cada uno de los procesos, probar su destreza y descubrir la complejidad de este trabajo. Además de sus hermosos tapetes, también encontrarás camitas para tus mascotas, sombreros coloridos, ingeniosas vasijas de barro y chocolate oaxaqueño producido por la hermana de Rey.
La tercera experiencia artesanal está en San Marcos Tlapazola, cuna del barro rojo. Aquí las mujeres son las encargadas de preservar una tradición cuyo origen se pierde en el tiempo. Este barro es completamente natural: su color es el del cerro donde obtienen la tierra que transforman principalmente con sus manos y con la ayuda de herramientas como trozos de tela, olotes y piedras de río. Aquí, la imaginación crea piezas estupendas; las hay con motivos de la naturaleza, como calabazas y animalitos, pero también producen increíbles piezas de alfarería, así como tazas con caritas sonrientes y soñadoras que divertirán a los pequeños. Los talleres se organizan en cooperativas, por lo que acudir a uno permite beneficiar a muchas familias. Uno de los más recomendados es Mujeres del Barro Rojo, a quienes solo tienes que enviar un mensaje a su Instagram para reservar: @mujeresdelbarrorojo. También puedes llamar al taller de Alberta Martínez López, (+52) 951 135 8324, quien además de trabajar con barro rojo, también recrea clásicos mandiles de la región en piezas de diseño.
El añil
Elaborado con la planta de jiquilite, es un pigmento oaxaqueño presente en objetos de arte y textiles. Crédito: Cortesía Huella Carmín.
Muros que cuentan historias
En todos estos pueblos verás coloridos murales hechos por artistas y colectivos locales. Mantén los ojos bien abiertos y no pierdas la oportunidad de descubrirlos mientras te diriges a los talleres.
Si solo vas a quedarte en la capital oaxaqueña, en toda la ciudad encontrarás obras cuya belleza es también un llamado crítico a la sociedad. En las calles empedradas y callejones del barrio de Jalatlaco podrás ver más de estas expresiones ligadas a la cultura de Oaxaca. Te recomendamos que contrates un recorrido con un experto que te ayude a conocer los animales, tradiciones, símbolos y personajes oaxaqueños que brillan en este museo al aire libre.
En el taller Huella Carmín
Tres generaciones de artistas elaboran magníficos textiles teñidos con pigmentos como la grana cochinilla, el añil o el cempasúchil. Crédito: Cortesía Huella Carmín.
Todos al bosque
Oaxaca ocupa el primer lugar en biodiversidad en México. Basta alejarse un poco de los Valles Centrales para explorarlo. A menos de dos horas de la capital oaxaqueña podrás internarte en los bosques de la Sierra Norte, donde un grupo de ocho comunidades se ha unido para trabajar en la gestión sostenible de los recursos naturales y promover el turismo comunitario.
Para lograrlo, han desarrollado una red de senderos que conectan sus territorios a través del bosque. Además, ofrecen servicios de hospedaje en cabañas comunitarias y la oportunidad de probar la auténtica comida oaxaqueña. El turismo rural en estos pueblos contribuye directamente a la economía local.
Hay cuatro comunidades muy recomendables para ir en familia: Benito Juárez, Cuajimoloyas, Ixtlán y Latuvi. Guiados por los expertos locales, podrán hacer senderismo a través del bosque, descubrir cascadas que solo los pobladores conocen y llegar hasta miradores que te mostrarán el maravilloso fenómeno del mar de nubes.
Internarse en el mercado de Tlacolula
Es una experiencia inigualable, ya que es un punto de encuentro entre comunidades mixtecas y zapotecas desde tiempos prehispánicos. Crédito: Shutterstock.
Mercados, inmersión cultural
Los mercados oaxaqueños son un testamento vivo de la riqueza biocultural de la región. Su origen prehispánico, sumado a la influencia colonial y a la realidad actual ha creado espacios vitales tanto para la economía local como para la preservación de la diversidad cultural de la zona.
Comienza tu exploración en el mercado de Tlacolula, activo desde la época prehispánica y conocido por su diversidad de productos, que van desde alimentos frescos, hierbas y especias hasta artesanías y textiles. Siempre es hermoso y auténtico, pero los domingos es un día especial, pues se convierte en un punto de encuentro social y cultural, gracias a que los vendedores de las comunidades aledañas también llevan sus productos. Aquí es posible escuchar a las personas hablando zapoteco y mixteco, usando su indumentaria tradicional e intercambiando los productos que les son significativos. Ve con hambre, porque sus comedores son maravillosos. No te pierdas el pasillo de humo, su panadería y sus desayunos de apapacho con chocolate de agua.
Algo similar ocurre todos los viernes en Ocotlán, a 30 kilómetros al sur de la capital. Ese día, el mercado se extiende y se vuelve aún más vibrante, con más puestos, actividades culturales y eventos especiales. Además de los productos cotidianos, distribuidos por secciones en los pasillos del mercado bajo techo, en los puestos del tianguis encontrarás una interesante reunión de artesanías, desde tapetes y cerámica hasta alebrijes y textiles.
La costa oaxaqueña
Es famosa por sus olas, ideales para surfear, pero también tiene playas como Carrizalillo o Puerto Angelito para nadar en familia. Crédito: Shutterstock.
Playas para toda la familia
El litoral de Oaxaca se extiende sobre el Pacífico a lo largo de 600 kilómetros y es famoso por sus grandes olas, que atraen a surfistas de todo el mundo. Sin embargo, para ir en familia y nadar con los niños, hay que elegir la playa adecuada. La buena noticia es que tienes dos aeropuertos para elegir: Huatulco y Puerto Escondido.
En las Bahías de Huatulco encontrarás playas de arena suave y oleaje tranquilo como Chahué y Santa Cruz. Del lado de Puerto Escondido, la opción para disfrutar con los niños son las playas de Zicatela, Carrizalillo y Puerto Angelito. Para disfrutarlas con más calma, es mejor visitarlas entre semana.
San Agustinillo y Mazunte, a medio camino entre Huatulco y Puerto Escondido, tienen un par de bahías con aguas tranquilas, con el plus de que en Mazunte se puede visitar el Centro Mexicano de la Tortuga, que es bastante educativo y divertido para los niños.
En un estado multicultural como Oaxaca
El color y el arte son un lenguaje en común cuyas expresiones hablan desde los muros de pueblos y barrios como Jalatlaco. Crédito: Shutterstock.
Si vas a Oaxaca y quieres vivir unas vacaciones distintas, no dudes en salir de las rutas convencionales y regálale a tu familia un viaje lleno de color, arte, autenticidad y naturaleza.
Vuela a Oaxaca
Volaris opera vuelos directos a Oaxaca a través de Cancún, Ciudad de México (AICM y AIFA), Guadalajara, Los Ángeles, Mérida, Mexicali y Tijuana.